Los días pasaban como pasaban lechosas
Y aturdidoras las caras anónimas.
Las noches eran brillantes con fosforescentes sonrisas
Y luminosos ojos nuevos.
Ella solo allí, arraigada a aquella eterna espera
Como una foca en el atolón.
Desde los confines del alma
Los días pasaban como pasaban lechosas
Y aturdidoras las caras anónimas.
Las noches eran brillantes con fosforescentes sonrisas
Y luminosos ojos nuevos.
Ella solo allí, arraigada a aquella eterna espera
Como una foca en el atolón.
Todo llega a borbotones, Se aglomeran en la mente. Vomitivo, me.dijiste una vez. Yo dije, que sea.
0 comments:
Publicar un comentario