Como una piedra arrojada al fondo de un pozo,
Oí el sonido inacabable del pasado, resonando, resonando…
Como piedra cayendo fui, cayendo al fondo del eterno pozo.
Todas las pesadillas de vuelta a la superficie, flotando como peces muertos, flotando en el ahora, ahogándome, ahorcándome.
Con la piel como coraza, con los ojos como únicos espectadores de tanto horror, tanta vejación, tanta amargura masticada y escupida de vuelta.
Cruentos detalles otrora adormecidos, despertaron-se, afloraron como girasoles al sol de enero.
Como lagartijas saliendo de sus cuevas en siestas diabólicas, reptando, reptando llegó hasta mí el maldito pasado…
¿Quién acaso lo ha invocado?
Quisiera arrancarme de los huesos el recalcitrante dolor, mirar atrás y no sentir rencor.
Enmendar el destino fracasado que me ha dejado este amargo sabor.
