Los días pasaban como pasaban lechosas
Y aturdidoras las caras anónimas.
Las noches eran brillantes con fosforescentes sonrisas
Y luminosos ojos nuevos.
Ella solo allí, arraigada a aquella eterna espera
Como una foca en el atolón.
Desde los confines del alma
Los días pasaban como pasaban lechosas
Y aturdidoras las caras anónimas.
Las noches eran brillantes con fosforescentes sonrisas
Y luminosos ojos nuevos.
Ella solo allí, arraigada a aquella eterna espera
Como una foca en el atolón.
Te creció el musgo. Arrimaste ojeras. Te dolió el mundo. Y plantaste bandera.
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