Si tus finas manos supieran jugarse damas chinas con el pasado,
Si tu sonrisa no escondiera tantos llantos morados,
Si en vez de guerras sanguinarias tu ego pudiera dar paz a tu espíritu atormentado.
Si pudieras solo un día de esos banales,
Respirar el perfume que guarda la fuente de los sueños.
Y arrancarte de un tirón esa telaraña de tristeza que cubre tu rostro huraño.
Tu mundo podría volver a retener el calor que perdió con los años.

*Algún día alguien te pondrá alas...
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