Homónimo sentimiento este, igualito al otro.
¿Sera solo de nombre?
Desde los confines del alma
No quiero oír el clip, clip de las manecillas
que tararea el reloj.
No quiero hacerlo.
No quiero despegar un parpado y que la fría mañana
congele mis recuerdos nocturnos.
No lo soportaría.
No quiero extender los dedos y tocar
toda esta soledad que inunda mi lecho.
No debería.
Cuando atontada de deseos de tu esencia
Me sorprendo escrudiñando el balcón de jazmín.
En vela te espero.
En vela te espero.
Cuando torpemente doy vueltas en la alcoba
Acomodando los muebles aquí y allí.
En vela te espero.
En vela te espero.
Cuando mi alma no sosiega, sin saber de ti.
En vela te espero.
¿Quién vela por mí?
Un proceso sedativo de adjetivos calificativos
merodeando mi cabeza de gata.
Un fastidioso descenso hasta tus anillos infernales.
Pero mi risa no puede ser quebrada por tu dedo sucio
que acusa tras bambalinas.
No…no voy a revolver el polvo de ese espacio oscuro que te circunda.
“Yo” está mirando el rio de la vida que pasa serenamente lleno de barcazas sólidas.
“Yo” vuelve a tener paz.
Cuando digo “Yo” hay hoyuelos en mis mejillas de vuelta.
“Tu” llegó de manera susurrada, como llegan las espumas verdes a las orillas.
“Tu” supo que no necesitaba cantar, ni escribir, ni actuar de ninguna manera.
(Cuando eres “Tu”, es mi sentimiento duplicado.)
Hoy puedo decir “nosotros”, sin que algo muy parecido a la angustia llegue hasta mi paladar.
“Nosotros” por así decirlo es leve.
“Nosotros” suena a los tintineos del señor de viento meciéndose en días de tormenta.
A manos juntas y rostros posados sobre pechos sinceros.
“Vosotros” solo para contemplarnos…
“Ellos” para compartir, claro, siempre es bueno compartir.
Omitamos aquel que falta…sigamos mirando las aguas claras.
Todo empezó con una esquirla sospechosamente brillante y dura, que saltando de aquella primera explosión se incrustó en las entrañas.
Hematomas violáceos fueron los únicos testigos que el cuerpo acunó.
Fue necesario ver toda la mutilación que cada enfrentamiento producía.
Fue necesario engrilletar a los sentimientos suicidas para que no se hicieran soldados de esa contienda.
Tantas batallas, tanta sangre desperdigada.
Después de aquello, después de todo aquello…
Brilló el sol fantasmagórico, restos de combates obsoletos por donde se mirara.
Y de lo que fuimos:
Polvo.
Todo era solo polvo molecular.
Las capas de la piel van cayendo, una a una.
Un respiro profundo, tan intenso; obliga a arquear la columna.
Y luego ser consciente de cada uno de los músculos, las venas,
(¿Moléculas? ¿Átomos?)
Quema…de eso no hay dudas.
La puerta es el límite, aquí el bosque infinito consumiéndose en llamas,
Afuera el otoño frío estornuda sus gotas gruesas de lluvia.
¿Es la desnudez o la claridad de verlo todo tan intensamente?
¿Son las ganas de combustión…?
Han pasado demasiados recursos amorosos desde la ultima vez que inundaste la habitación con tu risa estrepitosa. El deshojarse de calendario...